Como todas las reseñas que leo comparan a Alessi´s Ark con Laura Marling, pues –originalidad ante todo- yo también. El problema es que se me hace muy difícil caer en el tópico de definir la primera como sucesora o discípula de la segunda, solo por tener un álbum más en el mercado y haber nacido cuatro meses antes.
Cuando tenía apenas diecisiete años, me surgió la posibilidad de visitar Los Angeles gracias a la conexión griega familiar. Estuve tres semanas allá en casa de parientes de una tía mía y, a la vuelta, mi madre no notó mejoría en mi inglés, que era de lo que se trataba, pero sí me recalcó que regresé hablando griego bastante más fluido. Y es que, con lo dura que es la emigración –y más si te dan por todos lados, como es el caso de la comunidad griega en USA tras la humillación de los Kennedy frente a Onassis-, la gente ha de agruparse –y dar pasitos juntos como los pingüinos- para minimizar la vulnerabilidad. [Más…]
Se ha especulado con el nombre de una de las sensaciones de la temporada, y de la cual ya nos avisó un compañero en el post anterior de Spokes. ¿Era Bobby el nombre de un miembro del grupo, o solo se trata de un personaje imaginario, espoleado por los dibujos del mismo nombre en 1985 a cargo de Keith Smith que ha inspirado el artwork, al que recurre Tom Greenberg, para dar rienda suelta a las inquietudes artísticas acumuladas junto a sus colegas en un colegio de Montague, Massachussetts?
Los grupos de usar y tirar son característicos de la época estival, cuando relajamos el espíritu crítico concediendo minutos a nuestra vertiente hedonista. Sony en este segmento se está luciendo a base de fichajes de buen gusto, donde conviven la alegría y las espinillas sin echarse mutuo reproche.
Siempre he percibido a The Horrors, quizás debido a la afinidad fonética de su álbum “Primary Colours” (XL 2009), como un híbrido de Primal Scream, pudiendo viajar de la oscuridad a la luz, de lo tenso a lo terso, de la electrónica al rock & roll, del hipnotismo al estribillo de toda la vida, enfundados en el más camaleónico de los disfraces sin escrúpulos atávicos. Esta aparente falta de raíces –de leyes no escritas que te comprometen y limitan- supone tanto la etiqueta de grupo bastardo como ecléctico. Lo uno va por lo otro.