Brian Dunne

    Por muy trillado que esté el sector de cantautor rocker salvapatrias de megaestadio, siempre se ha de prestar atención a los que hilvanan textos interesantes, como el neoyorkino Brian Dunne, cuyo “Loser On The Ropes” (2023) producido por Drew Vandenberg nos mantiene con la oreja atenta de la primera a la última sílaba.

    El disco mezcla temas en los que convive la épica musical Springsteen con otros acordes primarios más directos. Entre los segundos están los temas promocionados “It´ s A Miracle”, “Bad Luck” –este último con cierto aire casual Mink DeVille-, “Thinking Of A Place” –ídem respecto a “Every Breath You Take” de Police- y “Optimist”, que refleja los problemas de un optimista ante el panorama actual. Y entre los primeros, “Loser On The Ropes” y “The Kids Are All Grown” galopan firmes, aunque el néctar se saborea en el fantástico dibujo de apocalipsis romántico de “Rockaway”, repleto de sentencias para enmarcar (you woke up in the morning and nothing changed, it´ s either death or metadone).     Completan el depósito de su caudal expresivo “Sometime After This” –con una producción excelsa de Andrew Sarlo de percusión y guitarras deslumbrantes- y una “Call It A Weakness” que roza el escalofrío hasta convertir el álbum en –precisamente eso- ¿una necesidad? ¿una debilidad? Call it a weakness. Call it a weakness if you want.

«Campanita» (Summer Salt)

    Lejos de bajar el nivel en su cuarto álbum “Campanita” (Wax Bodega 2023), los tejanos Summer Salt reivindican una vez más la magia del soft rock, en su caso ribeteado por influencias hispanas del otro lado de la frontera y pespuntes de tropicalia.

    El disco viene marcado por la pérdida de un familiar, en este caso Angelina, la prima de Matthew Terry y su hermana Madeleine (de apodo Campanita), que le añade un plus de melancolía durante la segunda parte de la grabación con el vals lento “Dew Daydreams” –hay otro vals más estival fronterizo, “Tortilla Soup”, reivindicando los referentes del estado de la estrella solitaria-, “Indigo” –con algo de Jeff Buckley en lo tonal- y “Sana” –estremecedora sensación escuchar ` sana sana colita de rana, si no sanas hoy, sanarás mañana ´ en dicho contexto- esta última con la colaboración vocal de su primo Anthony Barnett.

    Lo que no obstante prevalecerá para el seguidor de la banda es su infalible traza haciendo las cosas fáciles. “Campanita” marca el camino, los ecos fifties de “Supermoon” subrayan, y todo queda apostillado con las pegadizas y adorables “Macaroon” –el videoclip es un homenaje a Tailandia, supongo que grabado en Jomtien o Pattaya, país donde cuentan con un nutrido grupo de fans entusiastas-, “Best Part Of Me” –ahí se menciona a Angelina- y “Carry On”.

    Dicho de otro modo, un maravilloso adelanto para disfrutar del verano.

«Desire, I Want To Turn Into You» (Caroline Polachek)

    Acertado paso adelante el de Caroline Polachek en “Desire, I Want To Turn Into You” (Perpetual Novice 2023). El mundo que separa a este disco del anterior –del 2019- es consecuencia de lo vivido musicalmente entre ambos, sobre todo su acercamiento a la música digital –compareció en “Apple” de A. G. Cook- que ha redundado en la presencia productora de Danny L Harle.

    Nada más empezar, “Welcome To My Island” supone la síntesis de la metamorfosis, con su voz ventilada de alto alcance en agudos ejecutando cabriolas para, de pronto, trocar a pop con un rap que acaba por buscar aquella peculiaridad de los Pet Shop Boys de “West End Girls”. Esos gorgoritos sobre cadencias rítmicas sintéticas estarán presentes a lo largo de todo el álbum (“Pretty Is Possible”), a veces maquillados con autotune (el groove oxigenado de “Bunny Is A Rider”) y drum n bass más o menos licuado (en “Fly To You” figuran Grimes y Dido). Y sin renegar de instrumentos poco probables de figurar en el manual de la PC music, como la gaita de “Blood And Butter” o la guitarra acústica rumbosa de una “Sunset” inspirada en el Mediterráneo –partes del videoclip filmadas en Barcelona- con una sensualidad tipo la Madonna de “Isla Bonita”.

    Cuando al final nos sumergimos en el ritmo quebrado de “Billions”, queda patente la perfecta simbiosis entre seducción –un acierto al referirse al deseo en el título del álbum- y pop fresco: son doce hits potenciales con la electrónica como eje sin que apenas se note.

«Raven» (Kelela)

    El ampuloso sonido de “Raven” (Warp 2023), el segundo y esperado álbum de Kelela (“Take Me Apart” es del 2017), aplica la tendencia actual de parte de la música de color que no quiere encasillarse en el R&B. Discurrir sintético y aterciopelado, rozando a veces lo ensoñador sinfónico con algun ribete experimental, fuertemente influido por la producción de turno, sin fronteras aparentes (sea pillando de soul como Solange o de jazz como Kamasi Washington)                                  .

    En este contexto, la voz de Kelela utiliza el factor celestial y curativo de cuerdas y sintes para abrir y cerrar, gracias a una garganta prodigiosa (en “Washed Away” comparamos con “Killing Me Softly With This Song” de Roberta Flack, y en “Far Away” con “Loving You” de Minnie Riperton). La primera mitad del álbum se enciende cuando la percusión de “Happy Ending” nos adelanta por la izquierda y cede protagonismo al bajo de jazz funk licuado de una “Let It Go” luciendo armonía etérea. Después el ritmo se torna más prominente en “On The Run”, coproducida por Kaytranada (el armazón del disco viene a cargo de LSDXOXO, Yo Van Lenz y Bambii) en busca de la contundencia bailable de “Missed Call” y el flujo deslizante de “Contact”, cuarto single y talvez el mejor.

    A partir de allí la segunda mitad se muestra más introspectiva, con “Fooley” y “Holier” sumergidas en un líquido de placer amniótico. “Raven” parecía ir por el mismo camino, pero en el cuarto minuto la percusión la despereza, para quedar “Bruises” como secuela de repiqueteo nocturno sensual.

    El tramo final vuelve a la introspección –sensual en “Sorbet”, con mayor balanceo en “Enough For Love”, o más sentida en “Divorce”, esta última coestcrita con Shygirl- y al sinfonismo de color con aspiraciones trascendentes. Pero en el fondo se trata de un resumen de los diferentes registros de la noche, con coartada sensible y una elegancia que impacta, aunque, dada su duración, puede terminar saturando.

Avalon Emerson

    A menudo ninguneamos a los especialistas en música de baile: parece fácil pillar un ritmo, dotarlo de un esqueleto, y estirar lo que haga falta con trucos sonoros espectaculares. Nuestra percepción cambió cuando, hace ya ¡¡¡ cuarenta años!!!, Pet Shop Boys decidieron poner estos trucos de magia al servicio del pop, redimensionando la música popular. A ellos siguieron Saint Etienne, etc etc.

   La productora de techno Avalon Emerson ha seguido un proceso similar en “& The Charm” (Another Dove 2023), arrinconando los beats prominentes -no del todo: ahí está la musculatura disimulada de “Karaoke Song” por ejemplo- para engarzar un sonido que mezcla pulso y ensoñación gracias a su voz. Un susurro balsámico continuo –sí, es como Sarah Cracknell- de belleza exultante que se sumerge en el dream pop como si se hubiese dedicado a ello toda su vida –de hecho es aficionada al catálogo de 4AD-, destilando una serenidad crepuscular que seduce a la primera.

    Muchas canciones se parecen debido a los arreglos trufados de sintes celestiales, con la colaboración productora de Bullion, desde “Sandrail Silhouette”, “Entombed In Ice” y “Hot Evening” hasta la válvula de escape final “A Dam Will Always Divide” subrayando el optimismo de perfil bajo, cuando, tras haber planeado sobre una ruta tan sublime, presentimos que deberemos aterrizar. Muy colgado me tiene este disco.