«Stages» (The Electric Soft Parade)

Los hermanos Alex y Thomas White esta vez han redirigido el pop excelso de The Electric Soft Parade a un proyecto que ha tardado diez años en gestarse; un disco reflexionando sobre la muerte de su madre en 2009 y todo lo relacionado con aquellos días y la posterior sensación de pérdida. Ok, no son los primeros en trajinar con este tema durante los últimos tiempos, pero sí los únicos en hacerlo en “Stages” (Chord Orchard 2020) desde los arreglos de un pop sentido opulento.
Para que nos entendamos, el álbum tiene siete canciones y dura una hora. Casi todas rondan los siete minutos, excepto dos (de diez y doce minutos), y trabajan una secuencia sobre la que van profundizando en los textos a la vez que poco a poco añaden capas de instrumentos hasta redimensionarlas (en “Saturday” recuerdan a Richard Hawley). Cuando crees que “Never Mind” ya no puede ascender más y lo repetitivo parece suficiente -a veces pienso en la segunda mitad de “Hey Jude”-, de pronto entra el solo de saxo para redondear el final impresionante. Igualmente excesivo en apariencia es el final de “The Bargain” pero te sigue apeteciendo que la estiren más (sobre todo una “Left Behind” donde su dominio de la escuela Beatles/Pulp/Prefab Sprout saca petróleo).
Parte del éxito -artístico, no comercial- se debe a que Alex, quien se ha encargado de la composición, es fan de Steely Dan. Los espacios y los tiempos. Sabe coger un ritmo, más rápido o más de balada, e ir haciéndolo crecer para amplificar el dolor de los textos de un modo tan suntuoso que nos aplasta y a la vez nos deja respirar. Según los autores, “On Your Own” -la de doce minutos- intenta captar la desintegración de la conciencia al final de la vida como un opus al estertor, mientras “Roles Reversed” -la de diez- cuenta cómo su madre cuidó a su padre tras sufrir éste un infarto, para después ser él quien terminó acompañándola. La última y perfecta “Fragments” termina con las voces de fondo de unos niños. La vida sigue.
Alex y Thomas se han tomado esta grabación como algo personal que necesitaban plasmar a modo de homenaje y a la vez terapia para pasar página, sin aspiraciones comerciales: quinientas copias sin spotify, solo en bandcamp (de hecho preparan un álbum formal pronto). Aspiran a ser escuchados por quienes quieran entenderlo, sin comodines. Chapeau. De todos los discos reivindicando el luto, es el que entra más rápido y a lo grande. Una exquisitez requetepensada durante una década. Pop, con vientos y cuerdas, estirado hasta el infinito. El infinito…

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