Recuerdo un atardecer hace años en Santa Fe, Sucre, charlando con el dueño de un hotelito familiar venezolano y un médico, con una botella de ron de por medio, sobre la situación del chavismo en un chiringuito al borde de la arena durante una puesta de sol idílica con los rayos solares desplomándose en el horizonte, y reflejando esa misma apacible pereza estival que dibuja la voz de Roberto Carlos Lange.
Helado Negro, como ya me explayé en el post sobre su magnífico álbum anterior en su momento, siempre me devuelve a las aguas templadas latinoamericanas.Él nunca ha hecho nada para rechazar esta calidez, ni siquiera cuando experimentó con electrónica en OMBRE, así que no lo iba a hacer ahora. Tiene además un detalle para con todos los sonidos que le han importado. Esta vez, en un disco como “Far In” (4AD 2021) con discográfica reputada y planificado desde un confinamiento parcialmente transcurrido en Texas, ha intentado compaginar estas influencias con un pulso más dinámico, con la presencia de una percusión prominente y robusta, como demuestran las composiciones más propagadas (“Gemini And Leo”, “Outside The Outside”, “La Naranja” y “Hometown Dream”). Como se ve en los títulos, sigue sin perder de vista lo latino (“Agosto” con Buscabulla, “Aguas Frías”) ni los mimbres caribeños (la steel pan en “Purple Tones” y “There Must Be A Song Like You”), y tampoco renuncia a la electrónica casi experimental, como la corta “Brown Fluorescence” (parece tomada de sus vivencias junto a Julianna Barwick) o “Aguas Frías” y “Aureole” (esta última con Jenn Wasner al bajo).
Yo me quedo no obstante con el primer impacto de la sensación placentera que produce “Wake Up Tomorrow” con Kacy Hill (otra colaboración notable es la de Benamin en “Telescope”), rayando lo sublime en “Wind Conversation”, o elaborando esa misma gelatina crepuscular con elementos más complejos (con las guitarras de Shahzad Ismaily y William Tyler en “Mirror Talk”). Una hora de flujo más que reconfortante.