“Toda la primera parte, hasta ‘Lindisfarne II’, inclusive, es muy buena. Después ya es más irregular, pero me parece un disco, en general, de notable.”
“Yo no fui capaz de terminar de escucharlo, aunque, en su descargo, decir que me lo puse de música de fondo.”
“Un disco en el que al menos la mitad es de nivel alto y que lo hace un mocoso de 22 añitos me parece destacable. Y a mí me parece un mérito innegable haber conseguido repercusión comercial sin ser Lady Gaga ni Kilye. El disco es difícil de cojones.”
“Grandes bajos y un tono espectral que tiene algo, que ya es mucho teniendo en cuenta lo lineal de la historia. Ya se verá en unos años lo que se estira o no el fenómeno, que somos muy impacientes.«
«Tiene (creo) referentes que descolocan: John Martyn, Joni Mitchell… Pasa el efecto sorpresa pero sigue fuerte; esas canciones casi atomizadas, con los mínimos elementos, necesitan tiempo, reposo.”
“Pues chicos, a mí, por llevar la contraria, me parece que este disco inaugura la fase manierista del dubstep. Darkstar y Mount Kimbie fueron los primeros intentos. Hemos pasado de un movimiento de creación colectiva a que los «artistas» individuales se lo apropien. Mal Asunto.”
En los corrillos se habla del disco de James Blake. Quise formar uno y lancé un anzuelo en facebook. “Me temo que James Blake es el Low del soul», solté esperando respuesta. En parte lo creo. Pronto acudieron como moscas a la miel. Críticos jóvenes, críticos más veteranos, un capo de Rockdelux, un periodista de El País, un responsable de Ladinamo, gente que ni conocía… Varias las recopilé y se las dejé ahí arriba.
Mi opinión. Con su disco homónimo, James Blake acaba de dejar el asunto del dubstep en manos de otros. Y ha cedido esa responsabilidad mientras fabricaba un cable de sección fina por el que fluyera una música reducida a su mínima expresión junto a una voz que busca refuerzos en la emotividad del oyente. Un hilo conductor de apariencia endeble pero capaz de transportar alta tensión por arrobas. “I Never Learnt To Share” –tema estrella- consigue un sólido agarradero: pocas veces un esquema tan básico de canción provoca una inquietud tan brutal. Podemos coger el modelo de Arthur Russell para entender lo que digo.
Me faltó espacio en el corrillo del que les hablaba para terminar de perfilar mi retrato. Porque la sola mención de Shuggie Otis no hubiera encontrado el impacto que buscaba. Veo a James Blake con las trazas del artista que comprimió su espíritu en “Aht Uh Mi Hed” con una caja de ritmos. El autor del descomunal “Inspiration Information” redujo el exceso del soul a partículas diminutas que no perdieran su esencia al alejar de si la interpretación feroz. Sintetizó el groove. Eran aquellos setenta en los que la resaca de la práctica idealista se tradujo en alocadas oportunidades que no dejan de revalorizarse, “There’s A Riot Goin’ On” (Sly & The Family Stone) a la cabeza. Hoy las cosas han cambiado. Tanto, que hasta esa deconstrucción que entonces solo aparecía en tratados filosóficos parece ahora un gesto de rebeldía en los autores inquietos del siglo veintiuno. Un trampolín directo al arte. Más que imaginar otra realidad, deconstruyamos la única que conocemos. Ya no queda rastro de dubstep. Sí de un estilo propio que hará del él un artista con más valor mediático que el género que lo encumbró.
Si James Blake hubiera mantenido el horno a la temperatura de las cinco primeras canciones, seguro que estábamos a las puertas de un nuevo efecto “Blue Lines”. Muy cool. Pero la segunda parte del disco se esfuerza en buscarme acomodo con la almohada, mientras agarro desesperadamente unas pinzas que mantengan abiertos mis párpados por si algo me perdiera en esta lentísima travesía. Arriba decían que estas canciones necesitaban reposo. Esperaré. Es lo menos que puedo hacer por tanto riesgo asumido.
interesantísima ornada de veinteañeros talentosos con formación clásica: Blake, Owen, Nico Muhly, Sam Amidon
esto no para!
Para mi está entre la genialidad y el sopor.
Escuchado a buen volumen en un buen equipo, hay detalles maravillosos. Pero no creo que me de por escucharlo demasiado.
No dudo ni por un instante de la genialidad del bueno de Jim (llegará lejos), pero sí es verdad que al disco le falta algo. ¿O quizás es que le sobra?
La conexión Arthur Russell, la veo, pero el tema es que a este chico no me lo creo tanto… Sus palabras y su manera de decirlas me resultan bastante menos emocionantes, de ahí que el almíbar a veces se me suba a la cabeza y me produzca lo que tú dices, César: sueño. Creo que eso es algo que se aprecia mejor en la versión que hizo de Joni Mitchell… En mi opinión, totalmente fuera de foco y empalagosa.
Eso sí, cosas como lo que hizo con Harmonimix no se las salta un camello. Talento no le falta.
Yo es que me quedé en McEnroe. Bueno, en serio lo intentaré de nuevo. Que duro es es escuchar música hoy en día.. Paciencia Ángel!
Creer o no creer. Yo ya ni me creo a nadie ni me lo dejo de creer. Prefiero buscar los motivos para que me apetezca creérmelo. Blake a veces es generoso conmigo, pero no sé por qué se empeña en que me siga durmiendo. Si yo no quiero en el fondo…
“Pues chicos, a mí, por llevar la contraria, me parece que este disco inaugura la fase manierista del dubstep. Darkstar y Mount Kimbie fueron los primeros intentos. Hemos pasado de un movimiento de creación colectiva a que los “artistas” individuales se lo apropien. Mal Asunto.”
La primera parte del comentario la comparto, pero eso de que los artistas individuales se apropien del dubstep como movimiento de creación colectiva…buff, no sé, me hace pensar en el dubstep concebido como una finalidad en sí mismo, y eso sí que me parece mal asunto.
Un disco que supura sensibilidad, tanta, tanta, tanta, tanta. Duermete niño. Duermete YA. Y por dios, escupe el vocoder.
Un disco que supura.
Tan extraño y extravagante como el «Blood Bank EP» de Bon Iver, con el que comparte no pocas similitudes. Opino como Cesar, el «menos es menos» de este disco acaba pesando en su ecuador, y eso en un disco no precisamente extenso no juega en su favor.
Y a mi que me parece un Antony hi-tech….
Me aburre mucho este disco. Sus ep’s si que me interesan mucho.
estoy rendido con él. Disco del año.
Ah, no, que está petándolo en los corrillos, es el disco (y el niño) de moda, y lo edita una mayor, es verdad…
…entonces, es un bluff 😉
pero…el niño de moda no es Justin Bieber?
Oye, yo prefiero irme a bailar. Ponme esto superdj…
http://www.youtube.com/watch?v=D6dwn_17A9g
😉
se llama Babe, ‘Justín Babe’ 😉
Hablando de Hercules & Love Affair, hace unas semanas estuve viendo a Aerea Negrot en un club de Londres y la verdad es que la muy bestia me dejó KO. Acojonante.
Tengo que atacarle a este «Blue Songs», por cierto, aunque por ahí me lo dejen a parir todo el rato.
Que sí: Burial de marca blanca, dubstep para socialdemócratas, Archangel para finales de OT… así llevamos explicando un mes cómo es el mejor disco del año corriente. Y qué placer de disco: ambición, talento y multinacional. Si es muy bueno o mejor es complicado de adivinar aun porque, al ser esto música popular, el impacto final y el tamaño del cráter dependen del terreno público. Pero hoy de pocos discos se puede escribir una crónica a pie de lanzamiento -como ha hecho con maestría César- en lugar de una crítica.
La noticia: James Blake en el puesto 89 de la lista española de ventas.
Y Nacho Vegas en el 3
Por cierto, Cesar, he intentado volver a escuchar el de Blake y me sigue resultando muy pesado. Sera el pathos, sera la produccion, sera la voz… Me reafirmo en lo dicho un mes antes. «El disco no me parece impredecicle»
Para disco experimental, arriesgado e impredecible: http://open.spotify.com/album/1T73ZJ8tfYb8fhb2xZp04R Raw Digits de Supercollider. Eso si, mas funk que soul.
Elis contrató a Jim (antes de que naciera):
http://www.youtube.com/watch?v=88uhRzBJ-v0&feature=related
tremenda cancion! ,A
Buen trabajo de este productor, me gusta mucho.
Desde ya, el C’on de Low es uno de mis favoritos.
y este tema si que supura…
http://www.youtube.com/watch?v=uGCvSSdu9qs
No he pillado la referencia a Low… ¿Es por el tópico de que son aburridos? (O dicho de otra manera, la realidad de que son lentos) Qué grandes son, efectivamente.