Polly Jean Harvey, cuarenta y un años, artista aún en edad de pegar el estirón, inglesa. Hoy más inglesa que nunca. Y eso que el blues lo tomaba junto con el biberón y jamás se asustó de Captain Beefheart cuando se oían sus alaridos por casa. Se entiende que a “Dry” (1992) no tuviera que darle ni una manita de lija para lucir esa incómoda aspereza. “Rid Of Me” (1993) se coronó con espinas para alcanzar la cumbre de la agresión en el blues, pero el que esto escribe se queda con el primero. Prefiero los crímenes perpetrados con serruchos desdentados que una antología del crimen perfecto por muy morbosa que sea. No disponía de una maldad tan escénica para que la confundieran con aquellas riot grrrls que te enseñaban los dientes. Tampoco había tantos libros en su mochila como en la de Patti Smith. O al menos no los mostraba. Se manejaba de miedo en esa tierra de nadie. Seca y ambigua.
Han pasado varios años. Varios discos. Y tantos temores. “El único miedo que tengo como artista es a repetirme”. Dicho así de rotundo, suena a titular mascado para ahorrar trabajo a publicaciones perezosas. A mí me estresa la continua búsqueda de escenarios diferentes para salir adelante. Me inspira desconfianza. Pero cierto es que “Let England Shake” (2011) -colocándose en una Inglaterra pretérita que nos la devuelve como una tierra de nadie- le pega un meneo de consideración a ese perfil de chica díscola de la piel pa’ dentro sin interés alguna en las cosas de celebrities. Y eso que le faltó poco para llegar a ser una con “Stories From The City, Stories From The Sea» (2000), el disco que podía haber publicado Courtney Love de haberse civilizado. Para entonces, uno ya había aprendido a predecir sus instintos. Perdí interés.
“Let England Shake” es lo más extraordinario que ha grabado P.J. Harvey. La promoción ya apuntaba. Persiguiendo perfiles de artista con discurso político, Andrew Marr la invitaba a su espacio en la BBC para que explicara, entre otras cosas, su reciente interés en escuchar a la gente. Sí, Polly Jean acababa de levantar la cabeza de los conflictos individuales y descubría que su tierra tenía historia. El escenario también pidió su presencia. ¿Era realmente ella? Armada del folclórico autoarpa, ordenó reproducir un sample de “Istanbul (Not Constantinople)” al mismo nivel que la música de esa canción en la que hace referencia a la sangre perdida en la Primera Guerra Mundial. Hipnótico su folk descontextualizado.
La historia es sencilla, aunque no debería alejarnos ni distraernos del verdadero valor de su nuevo disco. En estos dos últimos años, Polly Jean ha frecuentado la biblioteca para empaparse de la historia bélica de su país. Enseguida le atrajeron las contiendas de hace un siglo. Amplíen el campo de batalla hasta el intríngulis de la naturaleza humana y tendrán una coartada de libro para reforzar la idea básica de que si no se reinventa a cada disco, P.J. Harvey morirá de aburrimiento. Pero la coartada es lo de menos. Lo importante es el enfoque. Al mirar hacia fuera, al intentar construir canciones más allá desde la experiencia individual, la inglesa se ha oxigenado. Hasta ha aprendido a escribir sobre la sangre sin adjetivos de peso. Diría que hasta con algo de ligereza humorística.
Mojo acierta. Ahora es “más Shirley Collins que Albert Collins”. Más inglesa que yanqui. Ese concienciado y aplaudido trastorno que viene sufriendo su voz desde las sesiones de “White Chalk” (2007) alcanza aquí su pretendida excelencia. “The Battleship Hill” y “England” evocan un tortuoso pasado, mientras los ínclitos John Parish y Mick Harvey apuran las últimas pinceladas del disco más pictórico de su amiga. Paradójicamente, la bruma subliminal –tan londinense- no espesa “Let England Shake”; es más, disipa dudas sobre las composiciones más desafiantes a las que jamás se ha enfrentado. Algunas son juguetonas. Otras, casi cósmicas. En todas brillan más los lados que las aristas. Las canciones miran al pasado bélico, pero ninguna reclama aquí su presencia.
Nos quedaremos sin conocer el dictamen de Captain Beefheart, una de las primeras cuatro personas a las que P.J. Harvey siempre mandaba sus discos nada más salir del horno. “Stories From The City, Stories From The Sea” no le gustó. “Uh Huh Her” (2004) mejoró sus impresiones. Me temo que si hubiera vivido unos meses más, la alumna podría haber invertido esa relación de profunda admiración.
César, coincido contigo, uno de sus trabajos más valiosos. Y el adjetivo ‘hipnótico’ para aplicarlo a alguno de estos pasajes sonoros está muy bien traído.
La ligereza humorística se la noto más en los detalles que en los textos (esa trompeta del 7º de Caballería, por ejemplo).
Y de samples, también le ha quedado muy chulo el de Niney Holness en «Written on the forehead».
Un saludo (y nos vemos en algún concierto)
Efectivamente, los toques «ligeros» se perciben en los condimentos, no en los textos. El contraste oxigena mucho el disco sin idiotizarlo un ápice.
En este caso sí que te daré la razón, César… Mis primeras sensaciones no fueron satisfactorias, pero poco a poco le fui encontrando el punto a este disco.
Y fíjate que yo también había perdido el interés (desde el «To Bring you my Love»). Yo que estuve enamoradísimo de esa boca y esa nariz durante mis años mozos…
Pues también muy de acuerdo. Si ayer decía que Kurt Vile ha publicado el primer imprescindible de 2011 es porque me había olvidado del primero, que es este. Una delicia de disco. Y entre otras cosas por su sencillez: una instrumentación muy libre de ornamentos, unas guitarras velvetianas, su voz y la de sus amigos, letras… Me encanta cómo sin adornos especiales algunos artistas como Polly Jean Harvey son capaces de llenarlo todo de sí mismos. Te pones a analizar y no pillas el truco. Y al final es que son ellos los que te enamoran.
«Let Engalnd Shake» suena sencillo pero está de vuelta. Igual por eso no le pillamos el truco.
¿Qué truco hay que pillar!? no necesita truco porque es sincero, es suyo y no es suyo, es genial!, es una maravilla que te atrapa desde el principio!!
También me encuentro entre las perezosas que abandonó su interés desde… «Uh huh..» («Stories.. tiene otras razones mías..) pero ha sido entrar en esta sorpresa,¡y quedarme ahí desde la primera escucha! ¡qué discazo!
…y ese trastorno en su voz, cierto, o en su forma de cantar.., o más bien es el tipo de canción porque nunca habría pensado en ‘Let england shake’ como un tema suyo! o ‘The words that..’ tan alegremente ambigua.. o ‘The Glorious Land’… esas guitarras hasta me hicieron recordar a aquellos Walkmen de «A Hundred Miles Off»!!! (aunque no acabo de ver la asociación)
Quizás sea ‘Bitter branches’ la que me devuelve a sus otros tiempos pero ¡viva el cambio y la reinvención! que increíble, que increíble aventura épica es ‘The Battleship Hill’!!, como si la viviera..
¡gracias PJ! y gracias César por currarte el post! ¡a hechizar!
El trastorno vocal en «England» mira hacia un pasado con unos tintes casi mitológicos: Liz Fraser at her top. Este disco está al alcance de muy muy pocas.
¡Un saludo a los Walkmen! Qué ganas de verlos en el Primavera, por faverrr.
Sin haber escuchado aún «Let England Shake», manifiesto mi total desacuerdo con varias de vuestras posturas.
«Stories From The City, Stories From The Sea» me parece uno de los discos más valiosos de Polly Jean. Sin llegar al nivel de «Rid of Me» o «4-Track Demos», me parece que sale más que airosa con su acercamiento a las facciones más comerciales del «indie» americano, consiguiendo un sonido brillante sin rebajar el nivel de su música y sus letras.
Por contra, «Uh Huh Her» siempre me ha parecido una enorme decepción. Ni las primeras escuchas, ni el concierto de Vilar de Mouros de ¿2004?, ni sucesivas recuperaciones esperando encontrarle un algo que se me hubiera escapado me han podido convencer. Me parece un disco plomizo, pesado, falto de ideas y repetitivo en el peor sentido.
Es más, creo que con la versión del proVisions de «Desperate Kingdom of Love» Howe Gelb consiguió mejor tono y mejor sonido, logrando que esa impresión de canción a medio hacer sea más espontánea y menos impostada (salvo en dos o tres temas el disco de PJ Harvey siempre siempre me ha parecido que buscaba un toque «descuidado» poco natural y forzado).
Por otra parte, «White Chalk» me parece un experimento interesante, pero no completamente logrado; en palabras de un (exagerado) amigo: «parece un disco de Evanescence». El disco a medias con Parish mejora (para mí) sus últimas entregas, pero flojea en algunos temas clave, como la canción que da título o el tramo final del disco.
En fin, me parece que en general hay muy poco acuerdo general en lo tocante a la discografía de Polly Jean, así que me gustaría iniciar una provechosa discusión entre todos que pudiera arrojarnos más luz sobre una obra tan compleja e interesante, y nunca suficientemente estudiada.
(y finalmente disculparme por escribir siempre estas filípicas kilométricas)
En lo que va de 2011, es el primer disco en el que no me he encontrado disperso y pensando en otra cosa. Me pasó (y me sigue pasando) con Arcade Fire y Radiohead. Me gusta el nuevo de la P.J. Que ya lleva un tiempo haciendo lo que le apetece.
Desde sus comienzos la desprecie y por eso nunca la segui, hasta que por una casualidad escuche este disco y, como un Paulo de Tarso, me converti. Despues de muchas decadas ya de melomania algo compulsiva, lo unico que busco es algo que me sorprenda y me conmueva de verdad, y este disco lo ha conseguido. Las pinceladas del mismo y sus atributos se lo dejamos a buenos exegetas como Estabiel y la cuasiunanimidad de todos.