01. «An Empty Bliss Beyond This World» (The Caretaker)
El asunto no es nuevo para quienes conozcan a Leyland James Kirby, concretamente sus discos como The Caretaker. Al inglés le fascina la ruta de la memoria; sus lagunas, los rodeos que empieza a dar con la edad, los extraños encuentros que a menudo organiza… Investigando sobre el Alzheimer, observó cómo los enfermos pueden recordar músicas irrelevantes de su pasado estando enterradas entre otros recuerdos que deberían surgir más claros. Enfocado como un proceso degenerativo de la mente humana, hace tres años publicó “Persistent Repetition Of Phrases”. Aquel disco fue la representación sonora y algo brusca de esa decadencia cerebral en la que ciertos sonidos pretéritos quedaban ocultos entre mareas de ruido.
“An Empty Bliss Beyond This World” avanza en esta tesis buscando con nosotros una mayor sintonía. No lo pone difícil. Da con la clave desde el primer segundo: las piezas de salón que ha rescatado de su desgastada colección de vinilos de 78 rpm tienen una belleza innegable. También anticuada. El disco discurre como una cadena de melodías en perfecta placidez, solo alterada por el suave chisporroteo de los surcos machacados. Parece que el autor ni se ha molestado en limpiar esos vinilos. Pero las melodías fluyen sin problema. Unas más lentas y otras más vivas. Unas parecen ejecutadas por una modesta orquesta de salón y otras recuerdan a Louis Armstrong o Dizzy Gillespie. En unas el ruido se vuelve una condena, pero en otras celebramos el estado del vinilo.
Y en paralelo a esta narración invadida por la fantasía nostálgica, discurre otra de un impacto colosal: la descripción de los mecanismos que dirigen la memoria. Porque el secreto de este disco no está tanto en el material utilizado como en su escrupulosa manipulación. Kirby ralentiza el tempo de la canción, mide el nivel de distorsión, genera loops con suavidad o pulsa bruscamente el stop para ponernos en sintonía con el proceso degenerativo que obstaculiza esa mecánica de los recuerdos. La metáfora funciona. Y más aún sobre el terreno.
Parece mentira que viviendo este disco en la burbuja que vive, proyecte tantísima empatía. Su eficacia es mucho mayor que la de otros de los llamados «conceptuales». Porque esas melodías de cuento en cualquier otro contexto resultarían irrelevantes para los oídos jóvenes. Esos salones de recreo pudiente tampoco dicen nada de nuestra intimidad. Es el dominio del tempo, la inapreciable alteración de lo que está sucediendo, lo que nos mantiene en vilo. Y eso que, poco a poco, el disco se va hundiendo en armonías más secas. El volumen va fallando. El chisporroteo ya no resulta romántico. El recuerdo se aleja. Lo perdemos. Creemos escuchar aisladas notas de jazz, pero es solo una ilusión. En lugar del rimbombante salón aparece el gran desierto. Solo queda el desenlace fatal; una emotiva trompeta que parece de Chet Baker da paso al letrero de the end. Nadie dice una palabra.
¿Consternada? ¿Emocionado? ¿Entretenida? ¿Indiferente? Quedemos como quedemos, durante tres cuartos de hora Leyland Kirby ha demostrado una enorme sutileza para moldear el tiempo. Finísimo en su estética del desgaste, The Caretaker ha firmado además un disco que ayuda a pensar en esto mismo, en el tiempo que ya ni nos regalamos para apreciar las cosas en la medida que exigen. A pensar en que mirar hacia atrás no siempre implica nostalgia y lo cruel que se puede volver este gesto para otros. Agradezcamos que esta vez ha llegado un desconocido para hacerlo por nosotros.
¡excelente! (el disco, y el texto)
genial y merecidísimo top 1
Ah, coño… ¡Claro! Precisamente el disco de la bola (portadón) lo tengo pendiente de escuchar, pero ya sabes que a mí también me va mucho este hombre. ¿Adivina dónde vive el tío?
Que el disco de Blake no salga en esta lista me parece normal. No estamos hablando de directos.
Claro, es vecino tuyo. Hazte amigo de él en cuanto le veas. Pienso escaparme para allá la próxima primavera.
Pues si señor, gran disco!
Mi disco del año, almenos el que mas he escuchado, es el de Peaking Lights «936».
Pues yo tengo pendiente no ya este disco sino toda la obra de Kirby desde hace al menos un par de años.
No sé cual sería mi disco del año. Por poner uno, diría que «Kaputt». O lo mismo el de Colin Stetson. Me deja flipado cada vez que lo escucho.
Es verdad, Colin Stetson!! por un momento me hizo pensar en Nyman pero me encanta el disco. tiene otra frialdad.
Extraño número 1 pero es como un regalo sorpresa (otro que como a Tim Hecker le había perdido la pista años mil) desconocido y tentador.. qué emoción!
Con el poquito ruido que hizo en su momento, me alegra ver que cada vez más gente está señalando el de Peaking Lights como el disco del año. Yo incluído. César, ¿lo has escuchado? Por cierto, que tienen nuevo disco casi terminado.
Pues no, Iván, no lo escuchado, pero lo tenía apuntado como asignatura pendiente.
Escuchado Peaking Lights. Solo una vez. Concentrado, con los cascos… Me agrada un poco, no puedo decir más. Alguna canción me recuerda a One Dove, pero mirando al dub y pasando por el tamiz ‘maximalista’ tan de moda: se ve más aparato que chicha, parafraseando a Juan Cervera. Supongo que será parte de un ciclo y que a no mucho tardar estaremos barriendo la mesa de trabajo con el brazo, quedándonos con solo una idea y haciéndola sangrar. Bueno, eso no se ha perdido: ahí estaban este año Andy Stott, Leyland Kirby a su manera y fijo que me dejo muchos más. Esto es lo que se acerca más a mis gustos.
Iván: ¿Qué te ha parecido la lista de Wire este año, con Ferraro, Rusty y el cheque en blanco a Simon Reynolds en lo más alto? ¿Sigue estando fuera de sospecha? Creo que dentro de 10 años, cuando estemos limpiando el trastero y volvamos a hojear estas revistas, igual nos preguntamos si no hubo una mejor versión de aquellos tiempos. Yo creo que sí. Ya ni me acuerdo de Rangers -uno de los arty-hypes de 2010-. Abrazo!
Yo no voy a defender la transparencia de la lista de The Wire, porque ya lo hacen ellos muy bien en este enlace: http://www.thewire.co.uk/themire/2011/12/suffering-through-suffrage-compiling-the-wires-rewind-charts
Eso sí, no creo que Reynolds haya tenido carta blanca en la lista; sus números 1 (Metronomy) y 2 (Maria Minerva) no aparecen por ninguna parte.
Lo del maximalismo y el momento actual es mucha tela, lo dejo para otro momento 🙂
Por cierto, en relación con la cita de Patricia Godes que comentabas el otro día en otra parte, mira esto que dice Mark Fisher -crítico de la Wire, y principal propulsor de la popularidad del disco de Rusty: «Unless a writer is saying something new or something that challenges received opinion, there’s no point their writing at all.»
Se puede avanzar sin tener que seguir la cita al pie de la letra. De hecho, pienso que a menudo se avanza más sin seguirla. Otra cosa es, como he dicho varias veces, lo que cada uno espera de la música.
Aunque la pedantería es siempre preferible al aburrimiento de la mayoría de medios, a mí esta me parece una elección un poco demasiado snob, la verdad.
d.: ¿Una elección puede ser esnob o solo se puede puede aplicar a la persona? No sé, te pregunto.
Bueno, yo me refiero a que has tomado la elección más arty e intelectualizada posible. Dicho con el cariño que tengo a este blog y los que escribís en él. E insisto, mejor eso que aburrirse con una permutación de las listas unánimes que uno se encuentra tan a menudo.
Me temo que, después de casi 4 años que estuve en este blog, resultaría patético que tanto Mordoh como yo tuviéramos que volver a justificarnos por escuchar los discos que escuchamos. Cada uno puede pensar lo que quiera, pero lo que parece claro es que algunos no hemos sabido dar con la tecla de «desintectualizar» lo que no es intelectual. Y a mí este disco me parece el más conmovedor que escuché este año. También a mi novia quien, con pocos conocimientos musicales, acude con frecuencia a buscarlo a la estantería porque dice que se estremece cada vez que lo pone. ¿Intelectual?
No se trata de elegir un disco u otro como el mejor del año, sino de decir cual es el que más te ha llegado, el que más has escuchado (y el de Caretaker lleva sonando en mi casa desde junio sin parar). La pasada noche me pasó una cosa curiosa: un tío que toca en un grupo de pop (Templeton) me vino a dar las gracias por descubrirle este disco, al que no hubiera llegado de ninguna de las maneras. Le parecía una de las cosas más bonitas que había escuchado este año. Para mí, misión cumplida.
Por cierto, que yo hace tiempo que dejé el blog. Si publiqué las listas esta semana se debe a que mi amigo Mordoh me cedió muy gentilmente el espacio.
Un saludo a todos
Estabiel no tiene que pedir permiso para escribir en la Mochila: ha sido, es, y espero que siga siendo su casa.
En cuanto a sus listas, siempre han tenido un plus de riesgo, no es la primera vez, y no creo que deba justificarse. Yo no tiendo tanto a la vanguardia como al pop, pero varias veces se ha dicho en este espacio que lo bueno es que ambas se complementan.
Lo interesante sería preguntarse por qué se piensa que el disco de The Caretaker es una opción intelectual. Sinceramente no lo entiendo.
Por cierto, Iván, Peaking Lights me va creciendo.
¡me alegro! sí que es un disco que va creciendo, a mí me pasó lo mismo.
¿Has visto este vídeo, César? Está muy bien: http://www.youtube.com/watch?v=FBA-4YrKjvg
A mí este disco me produce una tristeza infinita.