El tedio de la radiofórmula, los altos precios de los conciertos o las escabechinas provocadas por las nuevas tecnologías pueden hacernos creer que vivimos un momento de flojera musical. Pero, si lo pensamos un poco, en la industria discográfica cualquier tiempo pasado fue peor.
Blender: lista los grandes errores de la industria
En Blender, como en muchas otras revistas de música, les gusta utilizar las listas como piedra de toque. Su último ránking es el de los movimientos más torpes y mayores meteduras de pata de la historia de la industria discográfica. La lista da para mucho. Si partimos de que el inventor del fonógrafo, Thomas Edison, fue también el primer ejemplo de editor con mal olfato, podemos llegar a entender que Warner pagase dos veces por Wilco, que MCA adelantase 100.000 dólares por un disco que vendió 300 copias o que Geffen lleve gastados millones en “Chinese Democracy”, un álbum que ni siquiera existe (este último caso puede servir también para ilustrar el aguante de las disqueras con sus artistas más locos). Mención aparte es la relación de las discográficas con la tecnología. Sony se gastó un montón de dinero en un sistema anti-copia que hacía vulnerable los ordenadores ante los virus y la RIAA (patronal de la industria del disco) invirtió un billón de dólares en hacer desaparecer Napster. Esta última la mayor cagada de todos los tiempos para la revista. Echen un ojo al listado de veinte desastres porque hay de todos los colores.
UVNTV y Pitchfork.tv
La televisión tradicional sigue funcionando tan divinamente como siempre; ahí siguen esos millones de espectadores riéndose de los programas y esperando los anuncios . Con este panorama internet es cada vez más la plataforma alternativa para toda esa gente que no encuentra en el televisor lo que busca, incluidos los aficionados a la música. En el reciente festival South by Southwest el mítico rapero Ice Cube y DJ Pooh anunciaron el lanzamiento de UVNTV, una televisión en streaming y red social que cuenta con varios canales dedicados al hip hop, entre ellos el de Snoop Dogg. Otros que lanzan su propio canal de televisión son Picthforkmedia.com. Se llama Pitchfork.tv y comenzará el próximo 7 de abril. Además de videos musicales, entrevistas y reportajes, cada semana emitirán un concierto, un documental o una película. Mientras no haya textos tan plomizos como los de la revista, aplaudo el proyecto.
De alternativos a corporativos
La firma deportiva Converse ha decidido celebrar su centenario con una campaña en la que se apropian de diferentes iconos alternativos: MIA, Kurt Cobain, Sid Vicious, Ian Curtis, Joan Jett o Karen O de Yeah Yeah Yeahs. Como casi siempre se trata de artistas que han hecho dinero de sobra para mantenerse y que aún así ceden su imagen para vender productos «cool». Estamos ante una vieja discusión que se ha mantenido viva desde los noventa en el colectivo hip hop, cuando reclamaban a firmas como Nike o Adidas que reinvirtieran en los barrios el dinero que habían ingresado copiando el estilo de vestir creado por esta cultura musical. En 2008 no hemos avanzado mucho. Las marcas que podrían construir canchas o locales de ensayo en Brooklyn o Sri Lanka siguen prefiriendo el camino fácil: pagar millones a la estrella del barrio (que raramente lo necesita ni se encarga de convertirlo en algo útil).
¿Un billón de dólares? Pues le salió caro a la RIAA, porque la sentencia del 2001 condenaba a Napster a indemnizar a las discográficas con 36 millones de dólares. Y a las pocas semanas Audiogalaxy acogía masivamente a los usuarios de Napster, con un motor de búsqueda y un sistema de intercambio mucho más eficaces. Mataron la bacteria pero las que le sucedieron aniquilaron la industria. Suele pasar.
Ojo: un billón de dólares son mil millones de dólares. En inglés «billion» es «A thousand millions». Caro, pero 999 mil veces menos que nuestros billones.
Se hacía necesaria la aclaración. Aún así no creo que les saliera rentable
Pues el nivel literario de las críticas de Pitchfork me parece bastante superior a la media de los medios españoles, la verdad.
Y almenos se atreven a mojarse y puntuar los discos. Ya cansa un poco ver la típica reseña en la Rockdelux donde el redactor no se posiciona y al final no sabes si es que no se atreve a rajar del disco o solo lo ha escuchado un par de veces. No pido decimales (esto me parece ridículo) pero ya podrían la Go-Mag y la RDL puntuar las novedades.
Disculpas por el error y gracias por la aclaración.
De la aniquilación de la industria tradicional son tan responsables las redes p2p como el despilfarro. No digo nada que no quede claro después de leer el artículo de Blender.
Poner puntos no es mojarse, es como la entradilla que resume de qué trata un artículo. Acepto recibir collejas por no expresar bien una idea en una crítica, pero la solución no son las estrellitas. ¿Por qué te parece superior el nivel literario de los textos de Picthfork? Me interesa tu opinión.
Quieras o no, puntuar un disco (dejando aparte lo relativo que resulta cuantificar la calidad de una obra de arte respecto a otras) implica definirse.
No sé si es cosa mía pero en los medios nacionales últimamente las reseñas parecen hechas con plantilla: se enumeran las influencias, se citan los títulos de ciertas canciones con el adjetivo de turno -la luminosa X-, y se acaba con una frase hecha al estilo de «a tener en cuenta» o «no hay disco más adecuado para una mañana lluviosa de invierno». Son planas, neutras, inodoras… Ya sean positivas o negativas, parecen hojas de promoción redactadas para salir del paso. Quizás en la época pre-internet cumplian su función informativa como mera guía de compras, pero hoy en día uno busco algo más.
De Pitchfork muchos critican la pretenciosidad de su prosa, el excesivo personalismo, las digresiones constantes… Si, quizás cierto todo. Pero almenos tienen alma, pasión, singularidad.
Me explico bastante mal, pero espero que mi intención haya quedado clara.
Te explicas lo suficientemente bien. Es cierto, las reseñas en Pitchfork suelen ser de una prosa algo cargante, detestable a veces. Su pretenciosidad ha alcanzado una fama inaudita en relativamente poco tiempo y su sistema de puntuación es hilarante, aunque quizá eso sea lo menos relevante.
Otra cosa que suelo notar en muchas de las reseñas escritas por ellos es que son exageradamente largas. No hay nada que me resulte más insustancial que los parrafitos inexpresivos de muchos panfletos musicales, pero los tochos que mete esta gente muy habitualmente tampoco vienen a cuento, sobre todo teniendo en cuenta que la mitad de la información es superflua en la mayoría de los casos.
Por otra parte, también es cierto lo que dice peoncete: en la mayoría de los casos se trasluce gran pasión por la música y mucha curiosidad.