“A Mulher Do Fim Do Mundo”(mais um records 2016) es quizá el disco más excitante y provocador que he escuchado en los últimos meses. Y digo provocador, en el más amplio y positivo sentido de la palabra; aquel que nos obliga a salir de nuestra “zona cómoda” para poner patas arriba nuestros prejuicios y ser capaces de experimentar nuevas sensaciones. Especialmente, porque “A Mulher…” es un disco firmado por una mujer de 79 años. Dato vital y a la vez irrelevante para apreciar la grandeza de este disco.
Vital, porque la alucinante biografía de Elza Soares da para una serie televisiva de varias temporadas, algo entre un WIRE de las favelas, un Mad Men de aires tropicales y un Treme de la MPB: es decir, pobreza extrema, abusos sexuales, alcoholismo, embarazos adolescentes, matrimonios, separaciones, éxito comercial, glamour, reconocimiento histórico y antropología a partes iguales. Experiencias que han dejado un poso de lija y una hondura infinita en su voz.
Irrelevante, porque la frescura, el descaro y la energía que desprende este disco poco tiene que ver con la edad de la autora y para sí las querrían tantas bandas jóvenes y supuestamente transgresoras. Es ahí precisamente donde “A Mulher…” nos incomoda y destroza nuestros prejuicios. Uno podría esperar un elegante disco de bossa serena, pleno de sabiduría y de exquisitos arreglos. Y pese a que en parte es así, no es esa la impresión que produce. Rodeada de músicos jóvenes (miembros de Passo Torto y Metà Metà) e intoxicada por un aliento netamente punk, Elza Soares desafía a su propio pasado, lo descompone y lo desnuda, dejándolo en una pura esencia sonora (de hecho los temas que abren y cierran el disco son “a cappella”) que llena después de carnosa lujuria, de ruidosa rabia y también de goce y de humor. Tanto en su concepción como en su sonido, “A Mulher” me recuerda a las maravillosas colaboraciones de The Ex con Getatchew Mekurya. Al igual que en aquel caso, no es eso lo que uno espera de una mujer de 79 años y sin embargo, tras la escucha, nada parece más natural y más sabio que esa actitud casi iconoclasta y nada resulta más bello y triunfal que un disco como este.
Me apetece mucho escuchar este disco. La foto, por cierto, es una maravilla.