Religión 2.0. El culto al ídolo de masas (con JB de fondo). Parte III

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JB son las iniciales que designan a una nueva catarsis vehiculada desde los estudios de producción, y que buscan una identificación con el personaje que se convierte así en una suerte de chamán virtual. Toda esa mercadotecnia está perversamente diseñada para estructurar, y dar verosimilitud al mito. Sofía en su armario tiene objetos -esa camiseta serigrafiada, esa sudadera de estética gangsta (ya sabemos que la industria mass media gusta de perfilar productos de marca blanca  en lo que prima, en primera instancia, la hipersexualización del modelo, para luego ir pespunteando cierta leyenda de contornos oscuros, más el plus de  una apropiación estereotipada de vestimentas vistas como vulgares, lo que se hace llamar ratchet)- a los que ella rinde culto a su manera. El mito como tal es una sucesión de elementos que lo van ordenando para darle un sentido lingüístico y otros que están a otro nivel de naturaleza más compleja. Levi-Strauss en su libro “Antropología estructural” llega a decir que “La poesía es una forma de lenguaje extremadamente difícil de traducir en una lengua extranjera, y toda traducción entraña múltiples deformaciones. El valor del mito como mito, por el contrario, persiste a despecho de la peor traducción”. Paralelamente, y de manera simultánea, se consigue que millones de Sofías alrededor del mundo codifiquen el mito e interaccionen entre ellos haciendo uso de un lenguaje (o supralenguaje) diacrónico totalizante y cohesionador. El propio poder “chamánico” del merchandising que genera JB son en sí lo que Levi-Strauss expresaría como “las verdaderas unidades constitutivas del mito no son las relaciones aisladas, sino haces de relaciones, y que sólo en forma de combinaciones de estos haces las unidades constitutivas adquieren una función significativa. Desde un punto de vista diacrónico, las relaciones provenientes del mismo haz pueden aparecer separadas por largos intervalos, pero si conseguimos restablecerlas en su agrupamiento “natural” logramos, al mismo tiempo, organizar el mito en función de un sistema de referencia temporal de un nuevo tipo […]”. Una forma perfecta de hacer convivir en armonía todas las partes en un tupido tejido simbólico y real de convivencia. (Continuará)

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