James Brown y los guiris

El fallecimiento de James Brown me rescató de la memoria mis tiempos mozos en el mundo de la noche de la Costa Brava, aquel entre 1970 y 1973 con Brown como rey absoluto de las discotecas. Cuando José Padilla, en una entrevista en Rockdelux, confesaba haberse aficionado al mundo de los platos subiendo los fines de semana a Lloret De Mar, estaba rindiendo tributo a unos precursores artesanales (algunos pinchaban sin previo ni auricular, simplemente dejando caer la aguja en el surco según el claroscuro) del arte de mover a una audiencia hacia la pista de baile. Entonces los DJs operaban como sicólogos y cada canción era meditada según la respuesta del público a la anterior. Sigue leyendo James Brown y los guiris

Semifinalists

Chris Steele-Nicholson y Adriana Alba, norteamericanos, y Ferry Gouw, indonesio, se conocen en Gran Bretaña en una escuela de cine. Tal vez por dicha razón la música de Semifinalists tiene pinta de que le quedarían bien unas imágenes como refuerzo. Es una música sorprendente porque conjugan la sencillez del indie pop con una perspectiva astuta, variada y cultivada de los recursos, como bien demuestra su debut –«Semifinalists”– publicado en la primavera del 2006: una colección de piezas más bien cortas y digeribles que, salvo alguna excepción cediendo al estereotipo de la formación pop con chica –“I Saw You In The Hall”-, encandilan por su estructura traviesa. Sigue leyendo Semifinalists

Panda Bear

Pondicherry, antiguo enclave francés en la costa oriental de la India, goza por dicha razón de ciertos privilegios tributarios para los locales que venden alcohol, aunque paradójicamente fue el único lugar que visité donde los restauradores, para esquivar el impuesto, suministraban la cerveza –la contraseña era “one special tea”- en tazas opacas de té con su tetera. Sin embargo, la mayor parte del turismo visita Pondicherry por albergar la secta de Sri Aurobindo montada a unos kilómetros del centro. Sigue leyendo Panda Bear

Halloween, Alaska

Durante años, cuando aún no se habían popularizado los movimientos antisistema, las «badlands» eran el sueño romántico de cualquier persona poco conforme con la realidad que le toca vivir. Páramos solitarios donde solo cabían quienes tenían alguna cuenta pendiente con la sociedad, tipos dudosos vestidos de Woody Guthrie –léase con el mismo retintín que hoy leeríamos Diesel- que no respondían precisamente a la imagen tipo Marlon Brando o James Dean creada por la mitología del celuloide. Un buick destartalado contribuía a la postal. Sigue leyendo Halloween, Alaska